domingo, 31 de octubre de 2010

Despedida temporal

Llevaba un tiempo dándole vueltas a esto, y hoy me he decidido a hacerlo.
Voy a "abandonar" este blog de manera temporal (o al menos espero que así sea).

No hace mucho que abrí "Historia de un Ronin", por lo que me fastidia dejarlo tan pronto. No obstante, cuando surgió la idea de hacer este blog, fue pensando en hacerlo de una forma muy determinada. Pero no he sido capaz de plasmar esa idea tal como la imaginé, y por tanto la finalidad del blog se ha visto muy afectada.

Por ello, creo que es buen momento para pensar un poco las cosas. Dejaré de publicar en el blog hasta que consiga descubrir como transformarlo en aquello que queria que hubiera sido. Cuando esto suceda, volveré a publicar, pero no sin antes hacerle un buen lavado de cara. 



Hasta pronto.

jueves, 21 de octubre de 2010

La Yakuza. Herederos del Bushido

Como ya comenté hace no mucho, por triste que parezca, el caso más claro de samuráis en la actualidad es el de la Yakuza. Por ello, he querido hacer esta entrada, pues es parte de la historia y cultura japonesas, además de ser un tema que siempre me ha fascinado.

Hoy en día la mayoría de la gente sabe lo que es la Yakuza, pero por si alguien no lo sabe, se trata del crimen organizado japonés, similar a La Cosa Nostra italiana o las Triadas chinas.

Grupo de yakuzas
Hoy en día los integrantes de esta mafia se dedican a la extorsión, el chantaje, el asesinato y otras tareas semejantes. Pero en origen esto no era así.

Los inicios de esta organización se remontan al siglo XVII, cuando tuvo lugar la unificación de Japón a manos de Tokugawa Ieyasu, hecho que supuso que miles de samuráis quedasen “en paro”. Esto ocasionó que muchos se dedicaran a asaltar caminos y aldeas, por lo que hubo otros que se dedicaron a actuar como mercenarios y proteger a los ciudadanos de estos bandidos a cambio de dinero o comida. Con el tiempo, estos mercenarios empezaron a buscar nuevas formas de conseguir dinero, por lo que se introdujeron en el mundo de las apuestas. De hecho, el nombre de “Yakuza” proviene del juego de cartas hana-fuda, la peor mano que se puede tener es la que suma 20, estando formada por un 8 (“ya”), un 9 (“ku”) y un 3 (“za”).

Miembro de la Yakuza durante el periodo Edo

Tiempo después, en el siglo XIX, con la llegada de la restauración Meiji, la Yakuza empezó a interesarse por otros negocios, como la construcción o el transporte. Aparte de esto, ciertos grupos dentro de la organización empezaron a tratar con negocios más sucios, como el tráfico de armas, drogas, pornografía, etc…

También se introdujeron en la política y empezaron a tener tratos con el gobierno en negocios lucrativos aunque ilegales. Se dice que llegaron incluso a trabajar como asesinos del gobierno, como el caso de uno de los clanes, que se infiltró en el palacio real de Corea y asesinó a la reina, lo que aceleró, en parte, la invasión de Japón sobre dicho país.

Más tarde, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial,  los yakuza comenzaron a imitar a las mafias occidentales, vistiéndose que trajes negros, gafas de sol, usando coches oscuros, etc...

A dia de hoy, la Yakuza aun sigue existiendo. A diferencia de los otros sindicatos del crimen, los yakuza no se ocultan de la sociedad. Todos saben quiénes son y qué lugares frecuentan. Aparte (aunque sobre esto no estoy del todo seguro) parece ser que la yakuza no discrimina a la hora de reclutar miembros, como si ocurre en otras organizaciones criminales, pudiendo pasar a formar parte cualquier persona, sea o no japonesa.

Cabe destacar, además, que desde que fue creada, esta organización ha respetado en gran medida (salvo excepciones, obviamente) el acuerdo que contrajo con la sociedad, por el cual prometieron no perjudicar directamente al ciudadano de a pie. No obstante muchos de los clanes se dedican al trato de blancas y otras actividades totalmente inhumanas, pero no todos cometen estos actos.

En cuanto a su organización, la Yakuza está dividida en clanes, a la cabeza de los cuales hay un “Oyabun” (Padrino), que hace el papel de padre con sus “Kobun” (subordinado), que interpreta el papel de hijo. Los hijos deberán obedecer a su padre ante todo, como si se tratara de un samurái y su señor. A cambio, el padre ayudará y aconsejará a sus hijos siempre que lo necesiten.

El rito de iniciación consiste en que el oyabun y el kobun toman cada uno una taza de sake, estando la del oyabun mucho más llena para reflejar su posición. Ambos beben de su taza y luego las intercambian para beber de la del otro.

La obediencia dentro de la Yakuza debe ser absoluta, y las faltas graves hacia la organización son duramente castigadas con la amputación de las distintas articulaciones del dedo meñique. Este ritual, conocido como “yubizume”,  por lo general lo realiza el mismo miembro. El oyabun le entrega un cuchillo y su subordinado se mutila así mismo sin necesidad de más explicaciones.

Yakuza con los meñiques amputados
Este ritual procede de la época samurái, pues se llevaba a cabo con el fin de que el que cometía la infracción tuviera dificultades para sostener correctamente su katana al faltarle el dedo meñique, de tal forma que se volvía más vulnerable y más dependiente de su señor. Hoy en día se mantiene como tradición, aunque su funcionalidad se reduce a identificar con facilidad a aquellos miembros, sean del propio clan o de otro, que han cometido alguna falta grave.

Aparte de estas amputaciones, el elemento más característico a la hora de identificar a un yakuza son sus tatuajes. Los miembros de la banda se tatúan todo el cuerpo con diseños mitológicos (dioses, dragones,…), paisajes, flores, símbolos del clan y otros motivos. El proceso es muy doloroso y se emplean cientos de horas en completar los tatuajes, pero todo ello se considera una prueba de fuerza. Los tatuajes son tan importantes que los yakuza eligen muy bien a sus tatuadores, siendo estos los de mayor fama y habilidad.

Yakuza con el cuerpo completamente tatuado
En definitiva, se puede decir que la Yakuza es una organización que si bien desempeña actividades claramente ilegales, está fundamentada en la cultura tradicional nipona, lo que ayuda a que esta se conserve más viva en la actualidad. No pretendo defender a este sindicato criminal, pero si aprecio que respeten de esa forma sus tradiciones. Es interesante ver como un grupo semejante ha prosperado hasta nuestros días, creciendo y fortaleciéndose. Actualmente, la Yakuza está formada por alrededor de 100.000 miembros, siendo el sindicato del crimen más grande del mundo.

Desde luego me parece un tema fascinante y creo que merece la pena indagar en él, pues es sorprendente lo que se esconde tras esta organización, que posee una historia muy interesante (de la cual yo solo he contado una pequeña parte).

martes, 5 de octubre de 2010

La Muerte

"Comoquiera que la muerte está siempre a las puertas, debemos esforzarnos y obrar con presteza."

La muerte es algo que a todos nos asusta, nos aterra. La muerte significa que ha llegado nuestra hora, que se ha acabado nuestra vida y que jamás volveremos a disfrutar de la luz del Sol, del aire, que nunca volveremos estar junto a las personas amadas.

Esto nos estremece. ¿Quién no ha dedicado alguna vez tiempo a pensar en ella y en lo que traerá consigo después? ¿Quién no se ha planteado si su vida era todo lo buena que debería, gracias a caer en la cuenta de que la muerte puede estar más próxima de lo imaginado?

Todos hemos pensado alguna vez en ello.

Por el contrario, muchos son los que van gritando a los cuatro vientos que darian su vida por "tal causa" o por "tal persona", pero ¿de verdad están tan conciencienciados y tienen la mente tan entrenada como para realizar semejantes actos?

Los antiguos samuráis sí, pues se entrenaban a diario para eliminar el miedo a la muerte.
Estamos hartos de ver en peliculas o videojuegos como los samuráis se enfrentaban constantemente en combates a vida o muerte, o como ante una deshonra se quitaban la vida.
¿Realmente eran capaces de hacer esto? Muchos hoy en día pensarán que es ficción, pero lo cierto es que hay testimonios de la época feudal que defienden que esto era cierto.

Estatuas que representan el combate a muerte entre Miyamoto Musashi y Sasaki Kojiro en la isla Ganryu
 El samurái se concienciaba dia a dia sobre el hecho de que el final podía llegarle en cualquier momento. Para ello, lo que hacian era sencillo: vivir su vida como si ya estuvieran muertos.

Básicamente se podría decir que se trata de repetirse a diario que uno no está vivo hasta que el propio cerebro se lo crea.

Esta táctica, por ridicula que parezca, es efectiva desde el punto de vista psicólogico, y explica el hecho de que los samuráis fueran capaces de entregar su vida con esa relativa facilidad.

"Se dice que seguir el camino de la sinceridad consiste en hacer nuestra vida diaria como si estuviésemos muertos."

¿Nos merece la pena hoy en día este tipo de pensamiento? Bien, este es un punto delicado. Cada persona ha de vivir su vida como crea que debe hacerlo, no como otros le digan que debe. Cada uno es libre de disfrutarla a su manera, bien buscando la felicidad en las pequeñas cosas, abusando de vicios y excesos o con espiritualidad.

No obstante, aquel que defienda que está dispuesto a dar su vida por una causa o por una persona, ha de seguir el ejemplo de los guerreros nipones. No puedes gritar que te sacrificarías por algo y no prepararte por si llegara el momento de demostrarlo. La gente que hace eso es una hipócrita y, en general, se trata de personas despreciables.

Por el contrario, también hay personas para las que su vida es lo más preciado y que no la entregarían por nada. En este campo tienen especial mención aquellas personas que llegan al extremo de tener necrofobia (miedo a morir). Tampoco es nada malo ser así, pues, como digo, cada persona es libre de conducir su vida.
 No obstante, estas personas jamás podrán ser auténticos guerreros, a no ser que se mentalicen y cambien su forma de pensar con disciplina y dedicación marcial.

Hay una excepción, que si bien los antiguos samuráis la despreciarían, a día de hoy creo que es tan válida como cualquier otra: el guerrero que entrega su vida a su vida. Parece una paradoja, ¿no? Pues bien, los antiguos samuráis creían que solo se era uno de ellos si se estaba dispuesto a dar la vida por el señor, pues era la causa más noble posible.

Pero ¿y si en lugar de entregarte a un señor te entregas a ti mismo? Parece egoísta, pero es comprensible desde el punto de vista de un ronin (que es lo que son el 99% de artistas marciales de hoy en día). Si no has encontrado nada por lo que merezca la pena dar tu vida, lo mejor es que luches por ella misma. Lucha por ti, por sobrevivir, por ser libre, para ser el mejor, para ser capaz de seguir tu camino sin que nadie te ponga trabas. Lucha por tu vida, y muere defendiendola.

No obstante, elegir este camino se opone al concepto de sacrificio por honor. Si te dedicas a vivir por tu vida, una falta grave de honor no podrás enmendarla con un sacrificio como el seppuku.

Samuráis durante el ritual del seppuku
Esta idea cambia si asumes que la pérdida del honor se equipara a perder parte del significado de tu vida y, por tanto, escoges terminar tu vida terrenal pero salvar tu honor y tu vida póstumos, los cuales habitarán en los recuerdos de la gente. He de decir, aun así, que mi opinión respecto al seppuku es que se trata de algo totalmente innecesario, pues ¿no aportará más a su señor un samurái vivo que pueda entregar su vida en el campo de batalla a que lo haga uno muerto y que no pueda volver a combatir?. En el caso del ronin es lo mismo. ¿No es mejor seguir viviendo y dedicar el resto de tu vida a enmendar tus errores con entrega y dedicación?

"El Camino del Samurái reside en la muerte. Cuando hay que tomar una decisión crítica, sólo queda escoger en seguida la muerte. La elección no es particularmente difícil; sólo se necesia tener valor y actuar. Hay quien dice que morir sin haber alcanzado nuestros objetivos es morir como un perro. ¡Falacias de gentes frívolas! Cuando estamos en una situación apremiante en que debemos elegir entre vivir y morir, no tiene importancia que hayamos alcanzado, o no, nuestro objetivos."

Este caso en concreto pienso que se equipara realmente al del samurái. Alguien que asuma esta forma de pensar es un verdadero guerrero, independientemente de que sirva o no a un señor o a un fin inmaterial.

Para concluir, lo que es innegable es que cuando uno tenga que morir, cuando y por las razones que sea, deberá hacerlo con la cabeza alta, con orgullo y sin arrepentirse de nada. Haz que esto sea posible llevando una vida acorde a tus pensamientos e ideales, sin hacer nunca nada que luego no puedas enmendar.




Está claro que estas ideas dan pie a interminables debates, y soy consciente de que habrá gente que no piense como yo. Por ello, animo a que todo aquel que así lo quiera comparta su opinión, pues como nos enseña el Hagakure, para ser realmente sabio has de compartir tu opinión con el resto, aprendiendo así de todo lo que otros puedan aportarte.

Así mismo, aprovecho para disculparme si no he conseguido abordar el tema con la seriedad y la sabiduría que ello requiere. Aun me queda mucho por aprender y reflexionar, por lo que me hago cargo si el material aquí expuesto no tiene el suficiente nivel.


martes, 28 de septiembre de 2010

Bushido, el código samurái


Tras bastante tiempo sin publicar nada (debido a razones que no vienen al caso), me he decidido a abrir una entrada dedicada al eje de la cultura bélica nipona. Aviso que es bastante larga, pero no quería quitar demasiadas cosas.

El Bushido ,o código de los samuráis, está formado por una serie de premisas, todas ellas piezas importantes del carácter de todo gran guerrero. Estas son la rectitud, el coraje, la benevolencia, la sinceridad, el respeto, el honor y la lealtad. A continuación expondre a rasgos generales cada una ellas.

La parte más fundamental de este código es la lealtad, pues un samurái siempre debe lealtad a un señor (de lo contrario, no es un samurái, sino un ronin).
Tokugawa Ieyasu, shōgun al que miles de samuráis debian lealtad
Hoy en día la lealtad se menosprecia. La gente solo hace las cosas por su bien y nunca por el de otro. Pese a haber ciertas lealtades, como aquellos que se encargan de mantener la ley y el orden establecidos en un Estado (pero que nunca van más allá), lo cierto es que, por triste que parezca, los mejores ejemplos de lealtad que perduran hoy en día se dan en el terrorismo y en el mundo del hampa. Por extraño que parezca, es en estas organizaciones criminales donde sus individuos sienten más lealtad hacia un líder determinado, llevando a cabo cualquier acto que este les ordene e incluso entregando su vida por él. En Japón, el ejemplo de la Yakuza es muy bueno, pues aunque su función esté lejos de la que una vez fue, lo cierto es que dentro de su organización son muchos los que se rigen por el estilo samurái de relaciones entre señor y vasallo, íntimamente ligadas a las tradiciones de la época feudal en todos los aspectos. Sobre este punto me extenderé más en futuras entradas, pues creo que merece la pena cuestionarse si hoy en día de verdad merece la pena jurar lealtad hacia alguien o algo.

También la rectitud es parte fundamental. Toda persona, independientemente de su clase social, empleo, etc… debería poseer esta característica, más aun si es un artista marcial. La rectitud consiste en saber estar, en comportarse siempre como es debido, tanto en situaciones extremas como en situaciones cotidianas.
Ante un combate, por ejemplo, debemos respetar siempre al adversario, nunca subestimarle ni despreciarle. Independientemente del resultado, debemos aceptarlo de buen grado y nunca ir más allá. No debe celebrarse de más una victoria, pues eso solo aumenta el ego. Tampoco debemos rechazar una derrota y reclamar al rival o a los jueces, sino que debemos saber comportarnos y aceptar el hecho de que hoy no hemos sido los mejores.
Este tipo de pensamiento y de saber estar es la rectitud, algo que, en mi opinión, debe ponerse siempre en práctica.

La siguiente premisa es una de las más importantes: el honor. ¿Qué es? El honor es saber lo que uno es y lo que uno vale. Significa protegerte a ti mismo y a lo que te atañe. En el Japón feudal un samurái podía matar a otra persona por haberle insultado, faltarle al respeto y otras causas similares. De hecho, muchos cometían seppuku (suicidio) para salvar su honor, pues de esa forma, tras haber cometido un acto erróneo, al menos moría de manera digna, y su honor quedaba intacto. Este concepto de lo que es honroso y de cómo hacer frente a lo que no lo es, es algo que se ha perdido con el tiempo. Pese a todo, no hace mucho tiempo que aquí en España la gente mataba por cuestiones de honor. Pero, ¿dónde ha quedado todo eso? A la gente ya no le importan esas cosas. Hoy en día se ha perdido casi por completo el concepto del honor. Dejando a un lado el extremo de llegar a matar o a quitarse la vida por ello, deberíamos ser capaces de recuperar ese viejo concepto, de luchar por ello. Jamás deberíamos dejar que otros nos lo destrozaran o, lo que es más importante, hacer nada que pudiera mancharlo.

Otra parte importante del código es el coraje. Hay que destacar que esto es algo que va íntimamente ligado al honor, pues quien no tiene coraje, no defiende su honor y, por tanto, lo pierde con facilidad. El coraje es saber plantarle cara a cualquier dificultad. Ojo, tener coraje no significa que no se pueda tener miedo. El miedo existe siempre, pues hasta los grandes guerreros lo tienen, pero tener coraje implica saber que hay algo más importante que el miedo, que hay algo por lo que merece la pena luchar y hacerle frente a esos temores. Si alguien va a hacer daño a un ser querido o al que le debas lealtad, debes ser capaz de hacerle frente, aunque estés en algún tipo de desventaja. Si de verdad esa persona es importante para ti, tendrás que demostrar coraje arriesgando tu vida para salvar la suya, pues, si de verdad es importante, ¿podrás vivir sabiendo que le pasó algo y no fuiste capaz de hacer nada para evitarlo? La gente se empeña en decir que “nunca sabes si vas a ser capaz de hacer ese tipo de cosas hasta que te ves metido en una situación así”, pero eso no es cierto. Todo depende del concepto que tengas de tu vida y de tu muerte. El coraje hay que adiestrarlo día a día, mentalizándose de que en cualquier momento vas a necesitar aflorarlo. Para esto hay que tener cierta concepción de la muerte, de la que ya hablaré en futuras entradas. Para tratar de explicar un poco más esto, pondré como ejemplo lo que decían los samuráis en la antigüedad: si has de morir en el campo de batalla, asegúrate de hacerlo de cara al enemigo, y nunca de espaldas.

Hay que tener siempre presente también la benevolencia. Sobre esto se discutió mucho en la época samurái, pues los más radicales pensaban que no había que perdonar los actos cometidos por otros y que no había que sentir lástima por el prójimo, pero lo cierto es necesario ser benevolente. Todo guerrero debe ser magnánimo, a la par, eso sí, que implacable. Puedes atacar a alguien porque haya hecho algo en tu contra, pero debes ser capaz de perdonarle si asume su culpa de corazón y se compromete a enmendar sus acciones. Así mismo, nunca hay que guardar malos rencores hacia otras personas. El pasado no se puede borrar, pero si puede mejorarse el presente y el futuro. Por ejemplo, si te enfrentas a un amigo por alguna razón y arrastras el resentimiento toda la vida, solo hallarás amargura y un profundo sentimiento de soledad. Por mucho que te digas a ti mismo lo contrario, con el paso del tiempo, aunque por cabezonería quieras mantener esa disputa del pasado, lo cierto es que solo sentirás una  gran pena y una gran nostalgia.
No obstante, la benevolencia no es solo el perdón, sino más bien ver siempre los aspectos positivos de la gente y desechar los negativos. Es algo que todos deberíamos poner en práctica, pues no aporta nada fijarse solo en los defectos de la gente, pero si tenemos mucho que ganar si exaltamos sus virtudes.

Algo que todo guerrero debe poner en práctica también es la sinceridad. Un artista marcial, más aun un samurái, debe decir siempre la verdad, aunque ello le traiga malas consecuencias. Si has hecho algo malo, confiesa y mantén tu  honor. Jamás lo niegues, pues solo conseguirás engañarte a ti mismo y arrastrar esa mancha en tu conciencia. Además, si confiesas y pides disculpas, serás perdonado, pero no te librarás del castigo si lo niegas hasta el final y luego se demuestra lo contrario.

Por último, el respeto. El respeto es saber valorar todo aquello que nos rodea. Hay que sentir respeto por las personas y por el entorno, y nunca mancillarlos. Debes respetar a todas las personas por igual, sean tus aliados o tus enemigos. Cualquier persona, por horrible que pueda parecer, merece cierto respeto por ser como es. Nunca debemos despreciar a nadie. Esto podía verse en el Japón feudal, donde antes de enfrentarse en combate (ya fuera a muerte por cuestiones de honor o de otra índole), se enviaban retos formales al contrario, informando de las intenciones de quien formulaba el desafío y pactando entre ambas partes el lugar, la hora y otros detalles (aunque, que conste, no siempre era así).
Esta práctica puede parecer absurda, pero se basa en el respeto. Si es cierto que había quien directamente se dedicaba a provocar y difamar a aquel a quien quería enfrentarse, pero los verdaderos guerreros respetaban a sus oponentes, y aun con intenciones de acabar con sus vidas, les trataban como es debido.
Siempre debemos respetar a los demás, pues como dirían los antiguos samuráis: hacer lo contrario es propio de ignorantes y bárbaros, no de una clase marcial.

En resumen, estas son algunas de las ideas que pueden extraerse del pensamiento (al menos teórico) que tenían los samuráis del Japón feudal. Considero que todos ellos deberían ponerse en práctica hoy en día y que, adaptándolos a la sociedad actual, haría de todos nosotros mejores personas.

Es difícil, y mucho, pero con esfuerzo y perseverancia pueden entrenarse poco a poco todas estas cualidades. 

Evidentemente nadie llegará a ser perfecto, pero si de verdad se propone mejorar en estos aspectos, ya habrá conseguido mucho más que la mayoría.

domingo, 22 de agosto de 2010

La katana, el alma del samurai

Esta es la primera de una serie de entradas sobre las distintas armas utilizadas en las artes marciales orientales.

Esta en concreto está dedicada al arma más popular de todas, y que hoy en día todo el mundo conoce: la katana.

Dos katanas expuestas en su soporte

Yo no soy ningún experto en espadas japonesas, aunque si poseo una de ellas. Se parte de su historia, su manejo, sus cuidados y alguna cosa más, pero todo muy básico. Por tanto, tampoco puedo dar una clase magistral al respecto, aunque intentaré hacerlo lo mejor posible.

La katana como tal apareció en Japón durante el siglo XII, aunque sus orígenes se remontan al año 700d.C. En este periodo las espadas eran totalmente rectas, aunque se parecían a las katanas posteriores debido a que también poseían un solo filo y estaban fundidas en una sola pieza. Este tipo de espadas surgieron por las necesidades militares, que hicieron que cada vez fuera más importante dotar a los guerreros de armas rápidas y eficaces. Posteriormente se le dio curvatura a la hoja, a fin de hacerla más eficiente para atacar desde una montura, puesto que la hoja recta tendía a “atascarse” al propinar un golpe, mientras que la hoja curva permite hacer un corte más limpio.

Aquí os adjunto un esquema bastante bueno que encontré donde se especifican cada una de las partes de la hoja de una katana:

Elementos de la hoja de una katana

Durante el periodo feudal de Japón cobraron gran importancia los herreros fabricantes de katanas, debido a la necesidad de armar a la clase militar. Muchos fueron los que se dedicaron al arte de la forja, y muchos fueron los que consiguieron una técnica notable. No obstante, hubo algunos que destacaron por encima de los demás.

El primero de ellos fue Masamune Ozaki (1264-1343), quien es considerado el mejor forjador de espadas de Japón. Se caracterizaba por forjar armas de longitudes desmesuradas, pudiendo llegar hasta los dos metros de longitud. A la hora de forjar sus armas, Masamune acostumbraba a realizar un ritual de purificación, lo que, según se decía, imbuía a sus espadas de poderes místicos.

El otro maestro de la forja fue el clan Muramasa, fundado por Muramasa Sengo. Algunos dicen que Muramasa fue discípulo de Masamune, aunque esto parece ser poco probable, debido a que Muramasa debió vivir bastante tiempo después de que Masamune. No obstante, como pasa siempre con estas cosas, la información al respecto es muy antigua y confusa. Cada uno tiene una versión que dar y nunca se sabe cual es la acertada. Lo cierto es que Muramasa fue muy conocido debido a que se decía que sus espadas estaban malditas, debido a su terrible afilado. Esto llegó al extremo de que sus espadas fueron prohibidas por el shogun Tokugawa Ieyasu, debido a las desgracias que había sufrido en torno a estas espadas (de joven se hirió con una, su hijo fue decapitado por una cuando realizó el seppuku, su padre fue atacado por una de ellas y su abuelo fue asesinado por una Muramasa también).

Lo cierto es que aunque en la actualidad las katanas han perdido su utilidad, a día de hoy son muchos los que las utilizan para practicar artes marciales o simplemente para coleccionarlas. Cada día es más fácil encontrar estas armas en tiendas de todo el mundo, de menor o mayor calidad, siendo algunas autenticas obras de arte al alcance de solo unos pocos.

Hay varios tipos de katanas en función de su longitud (lo que conlleva una manera determinada de usarlas).

Lo más utilizado por los samuráis del Japón feudal era el “daishō”, formado por una “daitō” (espada larga) y una “shōtō” (espada corta, también conocida como wakizashi).

En el campo de batalla, esta última era comúnmente remplazada por el tantō, una daga más pequeña y manejable.

Daishō compuesto por daitō (arriba) y shōtō (abajo)

Lo normal era usar una u otra de estas espadas en función de la situación, dependiendo de si se requería mayor rango de ataque o un ataque más corto y rápido. No obstante, algunos samuráis empezaron a utilizar ambas espadas a la vez, llevando la espada larga en la mano derecha y la corta en la izquierda (por lo general). El más famoso de los samuráis que practicaban este estilo fue el mismísimo Miyamoto Musashi, creador de El Libro de los Cinco Anillos.

Aunque son muchas las artes marciales que emplean estas armas, las más importantes son el iaido (arte de desenvainar y cortar en un mismo movimiento) y el kendo. Para practicar esgrima sin correr peligro por el filo de la espada, lo normal era emplear un bokken (espada de madera) o un shinai (espada de bambú). A estas armas ya les dedicaré futuras entradas.

Actualmente el kendo está bastante extendido y se practica de madera oficial en todo el mundo, habiendo escuelas y campeonatos federados al alcance de cualquiera que desee dedicarse a esta disciplina.

Para finalizar esta entrada, hablaré un poco del mantenimiento que requiere una katana (a rasgos generales, dado que como ya digo, no soy ningún experto).

Las katanas requieren una serie de pequeños cuidados a fin de que su hoja no se deteriore. En una batalla, estas espadas se manchaban de sangre, sudor y otros contaminantes, lo que hacía que se estropearan bastante más. No obstante, aunque actualmente se mantengan como mera decoración (y no hablemos ya de si se usan para practicar esgrima) también hay que someterlas a una serie de tratamientos.

Actualmente no es difícil encontrar kits de mantenimiento para katanas, los cuales normalmente están formados por:

-Martillo de metal sólido, denominado Mekugi.
-Aceite vegetal lubricante Koji.
-Papel de arroz, Harai Gami.
-Bola de polvo no abrasivo, conocido como Uchiko.
-Paño suave para mantenimiento y un envase de plástico para guardarlo, conocido como Erufu.

Aproximadamente cada seis meses se recomienda limpiar la katana y lubricarla.
Para esto lo esencial que se debe hacer es, en primer lugar, retirar el aceite viejo con un Erufu. Esto debe hacerse con mucho cuidado, con movimientos suaves y lentos. Lo siguiente es golpear la hoja suavemente con el Uchiko para extender el polvo. Después debe retirarse completamente con el Erufu. Por último, verter un poco de aceite vegetal (Koji) sobre el papel de arroz (Harai Gami) y extenderlo con cuidado por la hoja.

Esto es todo. Como siempre, pido perdón si he cometido algún error. Insisto en que aun no se tanto como quisiera sobre el tema y es fácil que cometa equivocaciones (por lo que estoy abierto a rectificaciones).

Un saludo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Reflexión sobre las artes marciales en general

Como primera entrada para el blog (al margen de la presentación), he pensado en hacer una simple reflexión sobre las artes marciales en general y su evolución con el paso del tiempo.

Funakoshi Gichin, fundador del estilo Shotokan de Karate

Lo cierto es que a lo largo de la historia, las artes marciales han cambiado mucho. En sus origenes (los de este concepto, porque cosas similares ya las hubo mucho antse), tanto en China como en Japón, las artes marciales eran propias de la clase guerrera de la sociedad.

En el caso de Japón (que conozco mejor su historia), aprender artes marciales y, sobre todo dominarlas, era la llave hacia una vida próspera, pues trabajar como instructor militar de un Shôgun (señor feudal) te garantizaba ingresos suficientes para llevar una vida cómoda.

Esto hizo que florecieran por todo el pais numerosas escuelas de distintas disciplinas, siendo quizás las más importantes las dedicadas a la esgrima.

En aquel entonces, los que se dedicaban a este tipo de actividades, hacían que su vida girara en torno a ellas. El que practicaba artes marciales, lo hacia poniendo en ello su vida y su alma, entrenando y disciplinandose día a día (eso, obviamente, los que eran lo suficientemente disciplinados, pues vagos y pasotas ha habido siempre, pero esos nunca consiguieron nada).

En aquella época regida, como digo, por una clase militar bien definida, los guerreros podían matarse entre ellos por asuntos de honor sin grandes repercusiones por parte de las autoridades.

Cualquier espadachín podía formular un desafio formal hacia otro, y si este aceptaba (cosa normal, pues hacer lo contrario era deshonroso), cualquiera de los dos podia morir, y no habria represalias legales para su adversario.

Esto era debido sin duda a su cultura, de raices puramente bélicas, algo que a nuestros ojos puede parecer salvaje, pero que no lo es tanto si tenemos en cuenta que en occidente, allá por la edad media, cualquier noble podia matar a cuantos plebeyos quisiera sin problema alguno.

Al margen de esta utilidad militar para con el gobierno, las artes marciales de la época del Japón feudal estaban más ligadas a la filosofía y la evolución personal que en nuestros días.

Tienen como base un código ético, con raices en el confucianismo, el budismo zen, el shintoismo y el taoismo.
Y es que, por salvajes que pudieran ser algunos de los actos cometidos por esta clase guerrera, todos seguían una serie de reglas, la mayoría provenientes de El Arte de la Guerra. Así que, aunque se mataran unos a otros, las razones para hacerlo y la forma de hacerlo estaban bien definidas, y no eran actos tan descontrolados como pudiera parecer.

Y es que no solo los samurais practicaban artes marciales, sino que habia sectas de monjes budistas y de otras creencias reconocidas más por el manejo de sus lanzas que por sus enseñanzas religiosas.

Hoy en día, en cambio, la gente practica artes marciales por razones bastante distintas. La mayoría de la gente las practica como un mero deporte para mejorar un poco su salud (algo que no es en absoluto mala idea), como mera defensa personal (cosa que no es tampoco mala idea, pero que hace que pierda su esencia) o simplemente como hobby o, lo que es peor, para fardar e intimidar con "soy cinturón negro".

Pocos son los que hoy en día practican artes marciales para probarse a si mismos, para buscar la perfección y alcanzar una mayor comprensión del mundo. Que ojo, si que hay gente que las practica con ese enfoque, y también son bastantes, pero no es lo común. Creo que las artes marciales deben tratarse siempre desde el punto de vista filosófico, y dominarlas para demostrarse a uno mismo cuan lejos puede llegar, no tomarlas como un deporte más, a la altura de el futbol o el baloncesto. Las artes marciales exigen un entendimiento superior de todo cuanto te rodea. Debes ser capaz de librarte del "yo" puramente físico y formar "uno" con el universo, tal como predicaban los grandes maestros de antaño.
Ueshiba Morihei, fundador del Aikido
Por desgracia, poco remedio tiene esto, pues por ejemplo, en el caso de España (y es igual en el resto del mundo), las artes marciales se han centrado en meras exhibiciones y combates a puntos con árbitros.

Obviamente, no estoy diciendo que debieran practicarse como antaño en el sentido de llegar a matar a un adversario. El problema es que la gente se centra tanto en hacer de las artes marciales un deporte que no van más allá. Se quedan en el entrenamiento físico, perfeccionamiento de la técnica y la eficacia en los combates por puntos. Pocas escuelas he visto en las que se enseñe a los alumnos un transfondo filosófico que permita a los estudiantes hacerse preguntas sobre si mismos y su concepto del mundo. La mayoria se centran en conseguir trofeos y otros reconocimientos más bien superficiales, y esto es algo que a mi me parece terrible.

Así pues, pienso que habría que intentar cambiar este aspecto. Todo aquel alumno de alguna disciplina, tanto si su maestro le enseña como es debido como si no, debería investigar por su cuenta. Todos deberían leer los antiguos textos como El Arte de la Guerra o El Libro de los Cinco Anillos. Ya no digo los textos de Confucio (aunque sería estupendo), pero por lo menos si conocer un poco de la cultura que gira en torno a esos "deportes" que practican. Por supuesto, posteriormente todos aquellos que acabaran ejerciendo como maestros deberían inculcar estos conocimientos a sus discipulos. Sería estupendo que se extendieran de nuevo todos estos valores, que son por otra parte la verdadera esencia de las artes marciales.

En definitiva, las artes marciales deben servir como guía para el conocimiento personal. Deben tratarse desde la disciplina y el entendimiento, no como meros entretenimientos.

Al menos así veo yo las cosas, aunque comprendo perfectamente que haya quien no esté de acuerdo.

sábado, 14 de agosto de 2010

Inauguración

Hola a todos.


Antes de contar nada sobre este blog recien creado, creo que debería presentarme un poco para aquellos que no me conozcan. Realmente no hay mucho que contar, salvo que soy estudiante y amante de muchas cosas, como la literatura, la música, el deporte, los videojuegos y muchas otras cosas más. Una de las cosas que más me fascinaron siempre y en especial durante los últimos años es la cultura oriental, aunque principalmente la japonesa.

Y bueno, después de bastante tiempo pensando en hacer algo como esto, al fin me he decidido a abrir un blog para tratar temas al respecto.

Este blog en concreto, al que he bautizado con el nombre "Historia de un ronin" tiene el objetivo de transmitir mis pensamientos y reflexiones sobre la cultura y filosofía oriental aplicadas, sobretodo, a las artes marciales.

Los que me conocen bien se extrañarán de que haya decidido abrir un sitio tan "serio" como este, pero bueno, no solo de chorradas vive la gente. Y además, para frikadas y paridas ya tengo otros sitios donde darme rienda suelta xD

A lo que vamos. Mi historia con las artes marciales no es nada del otro mundo. Siendo muy pequeño estudié algunos años de karate, aunque posteriormente lo abandoné por razones que no vienen a cuento. Años después, estando en primero de bachiller, decidí volver a ese deporte que tanto me fascinaba, y decidí empezar de nuevo desde cero, debido a que con los años había olvidado todo lo que sabía. Estuve de nuevo varios años asistiendo a clases y progresé rápidamente, aunque de nuevo me vi obligado a dejarlo de manera temporal debido a los horarios de clase. Actualmente estoy haciendo lo posible por volver, pues quisiera al menos conseguir llegar a 2º dan (momento en el que, si puedo, quisiera estudiar otras artes marciales). Quitando eso, que es lo unico de lo que he recibido clases, me he interesado por otras disciplinas, tales como el kendo, iaido, ninjutsu, kung-fu, etc... De todas ellas, lo poco que he aprendido hasta ahora (pues son cosas que nunca acaban de estudiarse) ha sido de manera totalmente autodidacta, por lo que no soy, ni mucho menos, un experto en la materia.

También me he interesado especialmente en el conocimiento y la comprensión de El Arte de la Guerra, así como del Bushido (código samurai), de lo cual sigo aprendiendo cosas día a día con ilusión y entrega.

Dicho todo esto, es hora de contar un poco acerca de lo que va a ser este blog.  
Empezaré por explicar lo del nombre. "Ronin" es la palabra que se empleaba para designar a los samurais errantes, los cuales no servían a ningún señor.

Uno de los ronin más famosos de la historia, el cual es mi mayor fuente de inspiración en lo que al Camino de la espada se refiere, es Miyamoto Musashi, personaje a través del cual descubrí este mundo de sabiduría y disciplina.

"Historia de un ronin" no pretende, ni mucho menos, ser un referente en cuanto a fuente de información sobre artes marciales y filosofía oriental, pues mis conocimientos son muy limitados para aspirar a semejante meta. En cambio, lo que yo expondré aquí serán mis pensamientos y reflexiones sobre todo lo que rodea a este magnífico mundo. Para ello normalmente me dedicaré a hacer simples comentarios sobre libros de suma importancia como "El Arte de la Guerra", de Sun Tzu o "El Libro de los Cinco Anillos", de Miyamoto Musashi. También es posible que exponga interpretaciones y razonamientos propios sobre los temas que estos textos tratan, o incluso cosas totalmente independientes a estos (pese a que carezco de autoridad en el tema, lo que hará que rara vez me dedique a esto último). Otro tema a tratar serán las distitnas disciplinas marciales tal como se conocen hoy en día, hablando de sus diferencias, rasgos generales, métodos de entrenamiento, etc...

También es posible que me atreva a hablar de temas más espirituales, centrados en las religiones orientales, de las cuales la más interesante para mi es el budismo zen, el cual trataré tambien de vez en cuando.En cualquier caso, no se cuan a menudo publicaré cosas, pues dependerá de la inspiración y el tiempo libre de que disponga, así que no esperéis actualizaciones regulares.

Debo insistir en lo limitados que son mis conocimientos sobre estos temas y, por tanto, en la posibilidad de que cometa errores de interpretación y cosas similares, por lo que pido disculpas en caso de que se den semejantes situaciones. Invito a que cualquiera de su opinión sobre los temas que trate y me corrija en lo que esté equivocado. Eso si, ruego que sea siempre desde el respeto y la constructividad.

Aparte de las ya mencionadas entradas sobre temas diversos, en el blog podéis encontrar otros (de momento) dos elementos principales. El primero de ellos es un gadget que he configurado yo mismo y en el cual se irán mostrando distintas citas de personajes celebres (o bien simples proverbios), relacionados con las artes marciales y el Camino del Guerrero. Actualmente el número de citas es muy pequeño, pero pretendo ir agrandandolo poco a poco.

El otro gadget tiene por función mostrar algunos libros relacionados con estos temas que creo que deben ser conocidos y leidos. Ahora mismo hay pocos en la lista (pues solo cogí los "principales"), pero con el tiempo añadiré más.

No se si agregaré más cosas de este estilo a la larga, pero de momento no tengo nada en mente.

Y bueno, creo que eso es todo lo que pretendía contar como aclaraciones propias de la apertura de este sitio. Es más, creo que con semejante parrafada hay más que suficiente. Prometo que mis próximas entradas serán más breves. Desconozco cuando empezaré a publicar las primeras, pero espero que no pase demasiado tiempo.